Hay películas que, aunque el tiempo pase, las reacciones que provoca siguen siendo las mismas. Sorpresa, angustia, emociones varias y, entre ellas, pánico. Esto último es lo que generó el clásico del cine de terror “Los Ojos sin rostro” (Les yeux sans visage, de 1960), del director francés Georges Franju.
Todo sucedió en un cine con un grupo de 134 estudiantes de 16 y 17 años del Instituto de Romorantin en el cine Palace. La película en blanco y negro, que muestra el esfuerzo de un cirujano para reconstruir el rostro de su hija, dañado en un accidente, a partir de trasplantes de decenas de mujeres secuestradas, al parecer, fue demasiado para los adolescentes. Según medios franceses, la sala se convirtió en un caos luego de que uno de los alumnos cayera desmayado. Luego de esto, la propyección se vio interrumpida por el ataque de nervios, mareos y descompensaciones de otros 14 espectadores, que debieron ser atendidos y cuidados por decenas de médicos, bomberos y policías.
“El caos causado por el primer desmayo y el hecho de que quizás hacía un poco más de calor de lo habitual y una escena de tensión en la pantalla podrían explicar esta extraña ola de ataques”, afirmó uno de los responsables del cine.
Sin embargo, no es de extrañar lo sucedido con la función dedicada al arte de Franju, considerado un maestro del terror, y pionero del género en Francia. El director, uno de los fundadores del Cinémathèque française a mediados de la década del 30, es recordado por su mediometraje de 20 minutos, “Le sang des bêtes”, en el que contrasta imágenes tranquilas de los suburbios franceses con otras terribles tomadas en un matadero. En tanto con su filme gótico “Les yeux sans visage” se considera que comienza el terror en su país y que sirvió de inspiración a Pedro Almdóvar para su película “La piel que habito”.
En las producciones de Franju se conjugan el expresionismo y las vanguardias de mitad del siglo XX, incluso en otras películas suyas de corte fantástico que, sin dudas, siguen tan vigentes como hace medio siglo.