Enterrando una ambición (The Burial, 2023) es un drama acerca de un juicio, pero está muy lejos de ser una película solemne o agobiante. Es, más bien, lo contrario. Tiene una gran dosis de humor que permite que su denuncia —el filme está basado en hechos reales— sea igual de contundente y a la vez mucho más fácil de disfrutar. En 1995, el propietario de una funeraria, Jeremiah Joseph O’Keefe (Tommy Lee Jones), tiene problemas financieros por los que se ve obligado a vender partes de su negocio para cumplir las demandas financieras de la Comisión de Seguros del Estado de Mississippi. Por ese motivo, firma un contrato con Raymond Loewen del Grupo Loewen, quien nunca cumple su acuerdo oral. Entonces el joven abogado Hal Dockins (Mamoudou Athie) le advierte a Jeremiah que Loewen intenta llevar a O’Keefe a la quiebra a propósito para arrebatarle todo su negocio.
Aunque el abogado principal de toda la vida de Jeremiah O’Keefe es Mike Alrred (Alan Ruck), Dockins le sugiere que contrate a un abogado negro, porque cree que un juicio en Mississippi, con juez negro y mayoría de jurado negro, será más fácil de ganar si contrata a un defensor que sea parte de la misma comunidad. Entonces Jeremiah no tiene mejor idea que contratar a un abogado mediático experto en lesiones personales, pero no en contratos, Willie E. Gary (Jamie Foxx), un excéntrico y provocador personaje con un poderoso equipo que lo acompaña. Su sola presencia genera en la historia el mencionado revuelo con mucho sentido del humor. La película gana con la gran química entre Tommy Lee Jones y Jamie Foxx.
Claro que la corporación a la que enfrentan no se quedará de brazos cruzados y buscará por cualquier medio que la justicia reclame el rechazo de Jeremiah O´Keefe. La película es una historia clásica al estilo David y Goliat, donde los espectadores toman partido sin problema desde el comienzo y, más allá de algunos matices, tienen la sencilla tarea de alentar a los protagonistas y desear que triunfen sobre los villanos de turno. En la vida real no siempre pasa, pero el cine tiene un margen de error mayor. Como este largometraje se basa en hechos reales, lo único que puede hacer el guión es respetar dichos eventos, alterando solamente los detalles que permiten que la película sea más divertida. También en ese aspecto, se parece a largometrajes como Caballero sin espada (Mr. Smith Goes to Washington, 1939) de Frank Capra y todo el cine de este director, el mejor en retratar estas luchas del hombre común contra los poderosos.
Como dato curioso, el rol que finalmente ocupó Tommy Lee Jones estuvo a punto de ser interpretado por Harrison Ford. Ambos actores protagonizaron El fugitivo en 1993. Ford hubiera estado bien, por supuesto, pero cuando las películas funcionan, el actor que aparece en la pantalla nos resulta irremplazable, Jones es un creíble veterano de guerra con un negocio familiar, capaz de hacernos creer en su coraje y su capacidad de resistencia. Y Jamie Foxx tiene un talento para la comedia que es impecable. Su personaje de chanta exitoso es interesante, pues aquí se encuentra con un caso que no sólo puede darle dinero, sino también un prestigio que por su estilo no ha encontrado hasta ahora. Son dos grandes actores para interpretar dos grandes personajes. Películas que no fallan.