Esta tarde, desde las 17, miles de jóvenes, adolescentes, jubiladas, trabajadoras adultas, hijas, hermanas, madres y amigas dejarán sus tareas laborales o actividades y saldrán a la calle. Como ocurrió en 2016 y 2017, en nuestro país los movimientos de mujeres convocaron a un paro en repudio al fallo que absolvió a los acusados por la muerte de Lucía Pérez.
“Contra el pacto machista, paro feminista” y #BastadeJusticia patriarcal son algunas de las consignas con las que se anuncia la medida de fuerza. En la Ciudad de Buenos Aires, la concentración será a las 17 en la puerta del Palacio de Tribunales, pero la experiencia se repetirá en otros puntos del país.
El de hoy, será el tercer paro de mujeres. En una cruel vuelta del destino, el primero también estuvo relacionado a Lucía Pérez, asesinada en 2016 en Mar del Plata. El 16 de octubre de ese año, la convocatoria surgió en redes sociales: a las 13 se realizó un ruidazo en los lugares de trabajo y, a la tarde, decenas de miles de mujeres marcharon desde el Obelisco hasta la Plaza de Mayo.
“Nosotras paramos. Vivas nos queremos. Basta de violencia machista”, señalaba la convocatoria. Las mujeres se vistieron de negro, en una inédita huelga en nuestro país, pero que tenía como antecedente un paro, también realizado por mujeres, en Colombia.
En 2017, en la Argentina, las mujeres volvieron a parar. “AbortoLegalYA” fue la consigna levantada durante la marcha que partió desde Plaza de Mayo hacia el Congreso, en el llamado 8M (8 de marzo). La manifestación se repitió en distintos países del mundo, con reclamos más o menos parecidos: el freno de las violencias; el fin de los feminicidios, el apoyo a la mujer trabajadora; la importancia de que la justicia funcione a favor de los derechos de las mujeres y no en su contra; el repudio a la violencia policial e institucional que sufren las lesbianas, trans y trabajadoras sexuales.
Este 5 de diciembre, el llamado a un paro se hizo fuerte después del fallo que dejó sin condenas la muerte de la joven marplatense. Y el reclamo tiene un destinatario claro: los jueces y el sistema que, en ocasiones, crean una nueva instancia de dolor en familiares y seres queridos de una víctima de violencia de género: cuando además de volver a reclamar por justicia, también deben exigir el fin de la impunidad.