A finales de los ochenta, una fiesta de música electrónica en Berlín congregó a un poco más de 150 personas. Alemania, cuna del género tecno, vio crecer durante toda la década del noventa el interés por el dance. Para finales del siglo XX, el Love Parade se convirtió en uno de los eventos más concurridos: en 1999, un millón de personas bailaron en la capital alemana, en torno a Puerta de Brandemburgo, algo que definitivamente marcó un pico en el 2000, cuando un millón y medio de jóvenes de todas partes del mundo se unieron al ritmo de la música electrónica.
Sin embargo, en los años posteriores las cosas se desvirtuaron en torno al Love Parade. El descontrol en torno al evento, los problemas de basura que generaba y, finalmente, la tragedia en 2010 en un túnel de Duisburgo -21 personas murieron en una estampida- marcaron el final de la rave más grande del mundo, que inicialmente se proponía unir a la gente a través de la música electrónica.
Ahora, el dj Matthias Roeingh, más conocido como Dr. Motte, el creador de esa gigantesco discoteca al aire libre, busca que el tecno, el estilo de música electrónica más escuchado en Alemania, sea declarado patrimonio inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. De esta forma, el disc jockey intentará dar un nuevo impulso a los clubes alemanes que, en los últimos tiempos, vieron decaer su negocio, de la mano de la especulación inmobiliaria -varios cerraron sus puertas- y el cambio en algunas tendencias. No obstante, los boliches de la capital alemana siguen siendo un especial atractivo turístico de la ciudad.
“Rave the Planet” es el nombre de la campaña iniciada por Dr. Motte que, además, también intentará recuperar el apoyo oficial que el Love Parade tuvo durante años para poder hacer, una vez más, la fiesta más grande todas y revalidar el título de Berlín como la “capital europea del tecno”.
La idea del dj es ahora reducir el impacto ambiental que la masiva rave tenía y que, por ejemplo, el público llegue hasta el evento en tren. Por lo pronto, Dr Motte está confiado en que su propuesta ante la Unesco puede tener una buena recepción. “Internet nos permite conectar nuestra campaña con ravers del mundo entero y hacer ver a la Unesco que el tecno es una música que une, que hermana a las distintas nacionalidades y que puede ser comprendida y compartida por personas de las más diversas nacionalidades y lenguas”, expresó en la presentación de la campaña.
“Ha llegado el momento de que una nueva generación conozca el tecno y disfrute con el tecno”, concluyó.
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