Por su trayectoria, sus aportes y proyectos en curso centrados en el estudio del cáncer, la doctora Vanesa Gottifredi, jefa del Laboratorio de Ciclo Celular y Estabilidad Genómica de la Fundación Instituto Leloir (FIL) e investigadora principal del CONICET, ganó el Premio Nacional L’Oréal-Unesco “Por la Mujer en la Ciencia”.
La distinción, que cuenta con el respaldo del CONICET, tiene como objetivo distinguir la excelencia científica y estimular la participación de las mujeres en ese ámbito. También recibieron otros premios cinco investigadoras.
“Es un honor haber sido seleccionada por un jurado de notables para sumarme a la lista de prestigiosas colegas argentinas que recibieron ese galardón en los últimos 13 años”, afirma Gottifredi, quien se graduó como química en la Universidad Nacional de Salta, obtuvo un doctorado en biología humana en la Universidad “La Sapienza” de Roma, Italia, y completó sus estudios posdoctorales en biología celular y cáncer en la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Luego regresó al país y puso en marcha su laboratorio en la FIL.
“Todo científico valora el reconocimiento a su investigación y los premios prestigiosos avalan las elecciones de curso y de desarrollo que se toman. Pero, en este caso, tiene el valor agregado de exponer una lucha que ha tomado más entidad en los últimos años. Como en muchas disciplinas, en ciencia, las mujeres constituyen el mayor porcentaje de investigadores en las etapas iniciales de la carrera, pero esto no se refleja en los escalafones más altos ni tampoco en los cargos de liderazgo en gestión institucional”, puntualiza Gottifredi.
Una de las más aceptadas causas del estancamiento en el desarrollo de las carreras femeninas “son los mandatos sociales que dividen en compartimentos las tareas de acuerdo con el género. Solo con políticas que impulsen a las mujeres a tareas de dirección y con sociedades que avalen dicha elección el mundo podrá disfrutar a pleno del talento femenino”, agrega Gottifredi.
Los estudios de Gottifredi han apuntado a identificar estrategias de adaptación y evasión de las células malignas al ataque de la quimioterapia para mejorar la eficacia terapéutica de estos tratamientos. Pero también lidera proyectos que orientan el desarrollo de novedosos fármacos para diferentes tipos de cáncer y que sean capaces de actuar sobre células malignas sin afectar a las células sanas del paciente.
En esa línea, Gottifredi participa de un consorcio de varios laboratorios, que cuenta con financiación público-privada de la empresa farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) y la Secretaría de Ciencia, que logró recientemente identificar fármacos con buen potencial para eliminar selectivamente células de mama y ovario asociados con mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2.
“Pretendemos evaluar el potencial de estos fármacos en muchos modelos celulares, lo que generaría un grado de confianza en cuanto a la posibilidad de extrapolar los resultados a pacientes. Esperamos poder proponer alternativas que podrían avanzar a modelos preclínicos en el mediano plazo”, afirma la científica, quien en 2015 ganó el premio Houssay otorgado por el entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, en 2017 el premio Friedrich Wilhelm Bessel concedido por la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania, y a fines de agosto pasado el Premio Ben Barres que otorga “eLife”, una organización sin fines de lucro fundada en 2011 por el Instituto Médico Howard Hughes, de Estados Unidos, la Sociedad Max Planck, de Alemania, y el Wellcome Trust, del Reino Unido.
Las otras premiadas
La doctora María Fernanda Ledda, jefa del Laboratorio de Neurobiología Molecular y Celular de la FIL, fue reconocida con una mención especial del Premio L´Oréal – UNESCO por su trayectoria y sus aportes en el estudio del sistema nervioso. “Esta distinción significa un reconocimiento muy importante para el trabajo que hacemos las mujeres en ciencia y evidencia que no hay motivo para hacer ningún tipo de distinción de género en este ámbito”, indica Ledda, quien también es investigadora independiente del CONICET, doctora en ciencias biológicas por la UBA y realizó un doctorado en la FIL y un posdoctorado en la División de Neurobiología Molecular en el Departamento de Neurociencia en el Instituto Karolinska, en Estocolmo, Suecia.
Uno de los proyectos de Ledda apunta al estudio de las motoneuronas que son las neuronas que se encuentran en la médula espinal y extienden prolongaciones, llamadas axones, que llegan a los músculos y permiten los movimientos. Si estas conexiones se dañan como consecuencia de algún accidente o enfermedad, puede llevar a la parálisis, ya que no pueden volver a crecer. “Comprender cómo funcionan estas células y encontrar los factores que permiten su regeneración es esencial para el diseño de nuevas terapias que permitan el crecimiento axonal de las motoneuronas dañadas y eviten la atrofia muscular”, explica la investigadora de la FIL.
Por su parte, la doctora Marina A. González Besteiro, investigadora Asistente del CONICET en el laboratorio que lidera Gottifredi en la FIL, ganó una mención especial en la categoría “Beca” para jóvenes. “Esta mención reconoce el trabajo de mis primeros años haciendo ciencia, muchos de los cuales fueron años de estudio y formación. Es por eso también un reconocimiento al esfuerzo de mucha gente con la que trabajé y trabajo, de la que aprendí y aprendo cada día”, afirma la licenciada en biotecnología de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), quien realizó su tesina en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular “Dr. Héctor N. Torres” (INGEBI) y su tesis en las universidades de Friburgo (Alemania) y Ginebra (Suiza).
“En un momento en el cual comienzo a tener una visión más amplia de mi tema de estudio y perfilarme como investigadora independiente, esta distinción marca un punto de inflexión en mi carrera”, destaca González Besteiro.
Como Gottifredi, la joven investigadora trabaja en cáncer. El paradigma actual plantea que la quimioterapia elimina células cancerígenas por las mutaciones o daño al ADN que induce. Sin embargo, es un arma de doble filo, porque aquellas mutaciones insuficientes para provocar la muerte pueden otorgar a las células tumorales una ventaja adaptativa.
“Mi proyecto plantea que las drogas quimioterapéuticas podrían provocar muerte y mutaciones peligrosas (que no matan) por vías diferentes. Explorar este concepto permitiría mejorar la calidad de la terapia, al restringir su potencial de riesgo”, explica González Besteiro.
El premio en la categoría “Beca” fue para la María Florencia Cayrol, investigadora asistente del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biomédicas (BIOMED, CONICET-UCA), por un proyecto que apunta a hacer más efectivas terapias antitumorales actualmente disponibles o en evaluación para las que se usa una fármaco conocido como bexaroteno.
Por otra parte, en la categoría Premio Nacional también hubo una mención especial para Juliana Cassataro, Investigadora principal del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIBIO, CONICET – UNSAM) por su proyecto “Desarrollo de nuevos adyuvantes para mejorar la administración oral de vacunas”. Y en la categoría Beca, también hubo una mención para Micaela Godoy Herz, becaria posdoctoral en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE, CONICET – UBA) por su proyecto: “De plantas a gusanos: en busca de nuevos mecanismos moleculares”.
Aníbal Scavino, director general de L’Oreal Argentina, afirmó durante la entrega de los premios que históricamente las mujeres fueron discriminadas en el mundo científico y recién a finales del siglo XIX, y con mucho esfuerzo, comenzaron el difícil camino de la incorporación. “Esto significó que durante todo este tiempo la humanidad desperdició a la mitad de su capacidad intelectual. Una ciencia sin diversidad de género se convierte en una ciencia mutilada”, afirmó. Y agregó: “Quiero agradecerles a todas las científicas que presentaron sus proyectos y felicito a las ganadoras por el alto nivel de sus trabajos presentados”.
Miguel Ángel Laborde, vicepresidente de Asuntos Tecnológicos a cargo de la Presidencia del CONICET, felicitó a las científicas ganadoras y les agradeció que “a pesar de las crisis presupuestaria que estamos atravesando ustedes siguen generando nuevos conocimientos de frontera y formando recursos humanos de calidad”. También mencionó que si bien en el sistema científico hay más mujeres que hombres, a medida que se analizan las categorías más altas, su presencia va descendiendo. “Tenemos que trabajar para cambiar esta relación”, agregó.
En tanto, Lino Barañao, secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, destacó que “no solo es necesario que las mujeres participen en la ciencia como un derecho sino porque también la ciencia necesita de mujeres”. Y en esa línea puntualizó que hay estadísticas que reflejan que en general en las científicas se expresa un equilibrio “entre el avance del conocimiento y una visión de aplicación, de componente altruista que debe tener el avance de la ciencia, de preocupación por el otro y de mejora de la calidad de vida de los ciudadanos”.
(Agencia CYTA)