Al final del día, la Casa Blanca tendrá un nuevo funcionario pero, al mismo tiempo, un hombre menos. Por un lado, el presidente estadounidense Donald Trump designó como jefe de comunicaciones a Anthony Scaramucci, una figura de Wall Street. Pero a la vez, el magnate afronta una baja de importancia: Sean Spicer, el vocero de la Casa Blanca que tantas veces intentó aclarar los actos de su jefe, hoy renunció a su cargo.
“Ha sido un honor y un privilegio servirle al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y a este increíble país. Continuaré mi servicio hasta agosto”, escribió Spicer en su cuenta de Twiiter.
Según informa el diario New York Times, Spicer dimitió al no estar de acuerdo con la llegada de Scaramucci. Sin embargo, en la últimas semanas, los rumores sobre el hombre que a diario enfrentaba las preguntas de los periodistas crecían y señalaban un desgaste entre el funcionario y el mandatario estadounidense.
El trabajo de Spicer no estuvo exento de polémicas y declaraciones insólitas. Por ejemplo, cuando el ahora ex vocero afirmó que Hitler no había utilizado armas químicas. O cuando rechazó los números de asistencia de público a la toma de posesión de Trump que los medios habían publicado. O la pelea con la CNN y la agencia AP, con restricciones incluidas para acceder a las conferencia de prensa.
Sus esfuerzos por justificar las acciones de Trump y desmentir las relaciones del magnate con Rusia le valieron una sátira en el programa de televisión, líder en audiencia, Saturday Night Live.
El puesto de jefe de comunicaciones estaba vacante desde mayo, después de otra renuncia: la de Michael Dubke. Desde entonces, Spicer tenía una tarea doble: responder a las preguntas de los periodistas en conferencias televisadas en vivo, y como jefe de comunicaciones.
Ahora será el turno de Scaramucci, un abogado de 53 años, actualmente en el Banco de Exportaciones e Importaciones de Estados Unidos. Sin embargo, no se sabe quién ocupará después de agosto el puesto de Spicer.