Conocido universalmente por ser un fanático de su trabajo que cuando termina un proyecto inmediatamente empieza con el siguiente, Woody Allen debió ponerle una pausa obligada a su carrera cinematográfica dado que no encuentra productores que lo financien desde que su hija adoptiva lo acusó de abuso. “Woody ama trabajar. Nunca toma un descanso. Pero se tomará un tiempo libre este año hasta que pueda encontrar un patrocinador”, informó el medio especializado estadounidense Page Six.
En verdad, las acusaciones de Dylan Farrow fueron en 2014 pero el crecimiento del movimiento MeToo -como el Ni Una Menos aquí- significó que cada vez le resultara más complicado a Allen conseguir financiamiento hasta llegar a hoy que decidió hacer una pausa en su producción.
Es toda una novedad. Woody Allen, de 82 años, viene dirigiendo una película por año desde 1981, muchas de ellas emblemáticas como Dos extraños amantes, Manhattan, Hannah y sus hermanas, Crímenes y pecados y La rosa púrpura del Cairo, entre más de 40 films. Luego de las últimas revelaciones, algunos actores y actrices que habían trabajado con él tomaron distancia y lo describieron como una persona “tóxica”. Muy diferente a la percepción de mito viviente de Hollywood y de Nueva York que lo identificaba hasta hacía poco, un director “de culto” con el que todas las estrellas se morían por trabajar.
Allen acordó con los estudios Amazon realizar cinco películas. Ya hizo dos y busca productor para la próxima, con fecha tentativa de estreno en 2020. Aunque hay quienes imaginan que Amazon buscará cortar el acuerdo con el cineasta.